Muchas veces se ha catalogado a las energías renovables como una energía cara. Algo que ha provocado la eliminación de muchos subsidios y ayudas. Algo que choca con una dura realidad donde al mismo tiempo se siguen gastando enormes cantidades de dinero público en fuentes sucias como la nuclear.
Un ejemplo de muchos lo encontramos esta semana en el estado de Nueva York. La administración ha aprobado un proyecto al que destinará 965 millones de dólares en los próximos dos años, que serán usados para mantener en actividad las plantas nucleares del estado, y lograr con ello cumplir con los objetivos de reducción de CO2.
Unos objetivos que indican que para 2030 el 50% de la energía del estado tendrá que proceder de fuentes sin emisiones, y donde se incluye la nuclear. Una fuente de la que sólo te tiene en cuenta su operación, pero donde no se contabilizan otros aspectos como el coste de la extracción y procesamiento del uranio, además del tratamiento cuando termina su vida útil.
Pero prescindir de una central nuclear no es sólo una cuestión de seguridad, si no como vemos, también económica, ya que para su mantenimiento hacen falta grandes recursos. Una política de huida hacia adelante absurda, sobre todo cuando hay alternativas energéticas muchísimo más viables, limpias y sin graves consecuencias en el medio ambiente, como lo son las energías renovables.
Vía | Time
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