Después de que Iberdrola anunciara que quiere cerrar las dos centrales de carbón que aún tiene operativas en la península, la respuesta del ministro Nadal no se ha hecho esperar. Y no viene en forma de buenas noticias.
Y es que el ministro apenas a tardado un par de días en responder a las intenciones de la compañía eléctrica, y lo ha hecho a golpe de decretazo. El resumen es que a partir de ahora será el gobierno quien decida qué centrales se pueden cerrar y cuáles no. Todo esto, por supuesto, en un sector que se dice liberalizado.
El caso es que la oferta de Iberdrola era bastante atractiva: cerrar sus dos centrales de carbón recolocándo a los empleados de las mismas en el propio desmantelamiento y en otras instalaciones de la compañía. Que me digan entonces, cuál es el problema de cerrar dos centrales de carbón que ya apenas queman carbón nacional.
Nadal se refugia en la seguridad de suministro y el aumento de los precios de la electricidad para prohibir el cierre. Sin embargo, el suministro está asegurado con la actual sobrecapacidad del sistema eléctrico -y es algo que debería decir REE- y los precios del mercado son muy difíciles de prever hasta por los más expertos de la industria. Además, teniendo en cuenta la conexión de más de 8.000 megavatios renovables de aquí a 2020, el precio del pool podría reducirse en el medio plazo.
De nuevo, en un mercado que se dice liberalizado -o al menos, se decía- vemos como el gobierno puede hacer y deshacer a su gusto, perdiendo una oportunidad histórica de cerrar dos centrales de un combustible que es el mejor contaminante y contribuyente al cambio climático de entre todas las formas de generar electricidad -con permiso del fuel, que ya no se utiliza en la península-.
El cierre de estas centrales hubiese reducido las emisiones de CO2 del sistema eléctrico español de forma importante, ya que las fuentes que pasarían a ocupar su lugar serían las renovables -gracias a las nuevas instalaciones que habrá fruto de las últimas subastas- y los ciclos combinados de gas, esos gigantes semiabandonados que tenemos en la península y que mantenemos a base de pagos por capacidad. Sí, muchos diréis que siguen quemando combustibles fósiles, pero a nivel de emisiones y eficiencia superan con creces a la centrales de carbón y eso no se puede negar.
Mientras tanto, seguimos con un gobierno que es capaz de apuntarse el cierre de Garoña pero que no es capaz de aceptar que una empresa quiera cerrar sus centrales de carbón. Y que, por si fuera poco, acaba de darse el poder de decidir sobre el cierre de todas las centrales de España mayores de 50 MW.
Un artículo de @Sergio_FerMun
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