Corría el año 2007 cuando la fotovoltaica comenzaba a despegar en España. Eran tiempos de bonanza económica, y el por aquel entonces Gobierno socialista, decidió fomentar la energía fotovoltaica, en mi opinión, de una forma un tanto descontrolada. Que quede claro que con esto no quiero dar la razón a los recortes a las renovables. Cambiar las normas a mitad de partido es algo que no se puede hacer.
El marco legislativo favorable hizo que la fotovoltaica instalada creciese exponencialmente, haciendo de España un referente mundial tanto en potencia instalada como en tecnología. Más tarde, el ya exministro Soria, firmó un hachazo a las renovables que tumbó el sector, tanto a lo que ya estaba instalado, como a las futuras instalaciones.
Sea como fuere, es un tiempo pasado para la fotovoltaica y que no va a volver.
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¿Pero qué quiere decir con esto? Pasemos a analizarlo.
Cuando habla de que el mercado fotovoltaico se trataba de un mero tres en raya, quiere decir que la realización de proyectos no tenía demasiado misterio. "Hago una inversión de X dinero, me pagan Y por cada kWh vertido a red, por lo que en Z años tengo la instalación pagada, y a partir de ahí todo son ganancias." Así de sencillo.
Pero el momento actual no es el de las instalaciones con vertido a red. Podría ser en el caso de grandes plantas, donde el coste del Wp se puede reducir al máximo, pero hoy en día es difícil para instalaciones de medio o pequeño tamaño.
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El nuevo mercado es una partida de ajedrez extremo. A pesar de que el último Real Decreto no ayude, es posible hacer instalaciones de autoconsumo fotovoltaico. Instalaciones rentables y atractivas claro, sino no tendría ningún sentido.¿Por qué ajedrez extremo? Porque las normas de juego son otras. Ahora los que quieren hacer una instalación fotovoltaica no son inversores, sino empresarios. Empresarios que quieren ver reducida la factura energética de sus empresas.
Hoy en día, para hacer atractiva una instalación fotovoltaica hay que hacer un trabajo de ingeniería mucho mayor. Analizar la curva de demanda de la empresa, ver si se pueden desplazar consumos a las horas centrales del día (de mayor irradiación), intentar reducir las potencia contratada (peak saving) gracias a generación solar...en definitiva, un trabajo de ingeniería mucho más laborioso, pero también mucho más bonito. Y todo con el objetivo de que el empresario considere atractiva una inversión que recuperará en 7, 8, 9 o 10 años.
Es cierto que la coyuntura actual no ayuda, pero debemos ser optimistas. Ya hay unas reglas de juego, y debemos trabajar con ellas. Además cualquier cambio que pueda ocurrir en la normativa, siempre será a mejor.
El mercado fotovoltaico ha cambiado, pero está vivo.
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