Un grupo de investigadores de la Universidad de Glasgow, Escocia, han desarrollado un nuevo tipo de batería que tiene la peculiaridad de almacenar la energía en un líquido, y que cuenta con un gran potencial para el uso en aplicaciones como las energías renovables.
La idea es usar un sistema de flujo, donde la electricidad producida por las fuentes como las renovables se pueda almacenar en nanomoléculas, que posteriormente pueden ser transformadas de nuevo en electricidad, o en forma de hidrógeno. Una tecnología que en diferentes formatos lleva siendo probado desde hace tiempo por diferentes empresas, y que se posiciona como una alternativa económica para grandes instalaciones.
Además este desarrollo muestra otros potenciales, como la velocidad de carga y descarga. Sus desarrolladores estiman que en cuestión de segundos se podría completar el proceso, en lugar de las horas que puede necesitar una batería de litio convencional. Algo que abre las puertas a otras aplicaciones, como el uso en vehículos eléctricos.
Se añaden a los puntos positivos de las baterías de flujo su larga vida. Otros desarrolladores que trabajan con esta tecnología dan garantías de 10 años, con una estimación de que incluso después de 20 años con cargas y descargas al 100% diarias, mantendrán su capacidad intacta.
También se vería disparada la densidad energética. Gracias al uso de nano materiales, se podría almacenar hasta 10 veces más energía que en una batería de iones de litio. Un factor clave que permitirá reducir el tamaño de los parques de baterías.
Según el profesor Leroy Cronin, jefe de cátedra de química en la universidad de Glasgow: "Para lograr soluciones eficientes en futuras aplicaciones en energías renovables, necesitamos sistemas de almacenamiento de alta capacidad, flexibles, que permitan mitigar los picos de demanda de la red eléctrica. Nuestro desarrollo ofrecerá una nueva ruta para lograr esto con soluciones electroquímicas."
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