Hasta ahora Nueva Zelanda ha sido un potencial mercado para el coche eléctrico, pero que no ha terminado de despegar. Lo tiene todo a su favor. Un mercado muy alejado de los productores de petróleo, con un enorme potencial en energías renovables y una población concienciada y con un elevado poder adquisitivo.
Pero los elevados impuestos a las importaciones convierten a cualquier coche en un objeto de lujo. Más todavía a los coches eléctricos, ya de por si castigados por un sobrecoste respecto a los modelos convencionales. Pero para Tesla, algo está cambiando gracias al Model 3.
El más económico de la gama de Tesla está recibiendo lo que el fabricante norteamericano ha catalogado como una demanda abrumadora. Algo que ha motivado a los de Elon Musk a moverse para posicionarse en el mercado neozelandés.
La idea de Tesla es desembarcar a principio del segundo trimestre de 2017 tanto con sus coches, como con sus tiendas y servicios técnicos, y también con una red de supercargadores. Una red que dadas las características del país, parece de lo más sencillo extender en un corto período de tiempo.
Pero además Tesla también explotará su división de energía. Los clientes de Nueva Zelanda están demandando coches eléctricos, pero también sistemas fotovoltaicos y de almacenamiento. Un todo en uno que Tesla ha visto como un mercado con potencial, y que está a punto de explotar.
Un mercado que cada año registra 100.000 nuevos coches, y donde Tesla podría desembarcar como un elefante en una cacharrería con el Model 3. Toda una revolución en ciernes que podría convertir a Nueva Zelanda en una nueva Noruega para el coche eléctrico.
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Vía | Stuff
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